Jorge Priebke, hijo del ex oficial nazi Erich Priebke, se quejó de la negativa de varias ciudades a recibir los restos de su padre, fallecido la semana en Roma. "Sepulten a mi padre en Israel, así están contentos", afirmó Jorge. Priebke, ex miembro de las SS, murió a los 100 años mientras cumplía arresto domiciliario, condenado por la matanza de las Fosas Ardeatinas, ocurrida en la Italia ocupada a fines de la Segunda Guerra Mundial.
La ciudad alemana donde nació Priebke rechazó hoy enterrar en su cementerio al criminal nazi fallecido la semana pasada en Roma, como había reclamado la comunidad judía italiana, mientras que en Roma se prohibió cualquier tipo de celebración funeraria pública por miedo a disturbios neonazis. La Argentina, donde el criminal nazi vivió durante décadas, también anticipó que no recibirá los restos.
"Mi padre es una víctima. El caso en contra de mi padre era una falsificación hecha por los judíos. Lo vi cuando estaba en Roma. Había mucho resentimiento. Creo que lo que le pasó a mi padre se debe al hecho de que era el único que sigue vivo entre los de Fosas, el único que había llegado a los cien años", sostuvo Jorge Priebke en declaraciones a la prensa.
Jorge Priebke lamentó que en Bariloche no están "ni siquiera sus viejos amigos", y agregó: "¿Por qué siguen con los tiempos de la guerra que terminó hace más de 60 años?, que se dejen de joder, son resentidos, rompen las bolas (sic) en el mundo desde antes de Cristo ".
Sobre la participación de su padre en la masacre de las Fosas Ardeatinas, donde fueron ejecutados 335 civiles, Priebke hijo sostuvo que el ex SS no tuvo responsabilidad directa. "Actuó por obediencia debida de los superiores. Puede ser que disparó dos veces. Siempre he sabido muy poco sobre la guerra", precisó al respecto.
Priebke dijo que no asistirá a las exequias de su padre -aún sin definición de fecha y lugar- porque tiene "problemas físicos" y además no cuenta con dinero para los pasajes. "En Argentina cobro la pensión mínima y tengo un auto viejo, de 35 años", aseveró. Finalmente, concluyó que cuando se produjo la extradición a Italia, la comunidad alemana de Bariloche "se lavó las manos como Poncio Pilatos".